DEL ARTICULO ¿HACIA EL NEO-PATRIARCADO?: PAOLA MELCHIORI
Necesitamos alentar seriamente una nueva toma de conciencia tanto de las mujeres como sobre las mujeres, la cual debe dirigirse a la humanidad entera. Asimismo, debemos estar conscientes del enlace invisible existente entre la modernidad fragmentada y este nuevo surgimiento de barbarismo
Paola Melchiori nos plantea el fenómeno que denomina como Neo-patriarcado, ofensiva que se presenta como una guerra en contra las mujeres, con manifestaciones en el aspecto social, principalmente en el imaginario que justifica los roles tradicionales asignados a las mujeres.
La ofensiva se manifiesta de manera violenta en contra de las acciones y empoderamiento de las mujeres, viene de diferentes frentes y no se presenta como una lucha frontal, sino que pasa por la búsqueda de la seguridad del sistema.
Para entender al sistema a que nos enfrentamos, Melchiori nos indica, que El patriarcado tiene la habilidad de mutar sin alterar sus estructuras principales porque está perpetuado por un sistema de diferencias organizadas jerárquica y sexualmente, las cuales abarcan todo el mundo simbólico y material. “Es el único sistema que no ha enfrentado a un desafío serio en 2000 años”, y con asombro identifica “la fuerza de la complicidad que le apoya”.
El feminismo es un movimiento que ha sufrido transformación, resalta el feminismo de los años setenta porque marcó una nueva fase de desafío para la construcción social existente y una ruptura epistemológica al atacar el núcleo del patriarcado.
No existe ningún lugar que no haya sido impregnado por la fuerza que ahora permite a las mujeres considerar sus vidas y su papel en la historia de una manera diferente. En el desarrollo de la practica reivindica las acciones como la concientización que plantea la combinación de los elementos: ausencia física de los hombres para “pensar en sí mismas” y la articulación de enlaces internacionales, mentales y físicos, con otras mujeres.
No se puede olvidar en la propuesta política lo arraigado que está el patriarcado en la psique de mujer y hombres, mas adelante complementa que “los actos de conciencia y las medidas políticas, en un sentido clásico no son suficientes para implementar cambio alguno”.
Hace un llamado de atención indicando que “cualquier desafío a la construcción social reinante provoca un desequilibrio interno percibido tan peligroso, que hasta sus victimas principales, las mujeres, a menudo se retractan de cambiar, como si un abismo se hubiese abierto frente a ellas. Lo expuesto por la autora es una descripción dramática de la respuesta que podemos enfrentar con las acciones que ejecutamos para empoderarnos.
Existen construcciones sociales que determinan las realidad que van desde el aspecto social hasta el imaginario y que inciden en las actuaciones u ofensivas del sistema patriarcal manifestado por diferentes sujetos.
Paola nos señala que “la percepción de su fuerza, tanto adentro como afuera del movimiento feminista culminó cuando las mujeres alcanzaron la médula del patriarcado y desarrollaron una crítica de todas las formas del poder establecido, las cuales abrazan lo social, lo político y lo intelectual”.
Las barreras sexistas invisibles con las que chocamos en espacios públicos hoy en día coexisten con un nivel de violencia contra la mujer que en lugar de disminuir ha aumentado, a pesar del progreso global en los derechos de las mujeres. A la vez, su desafío a las reglas del juego ha tenido un reconocimiento aparente, pero al mismo tiempo, hay una resistencia real e imprevista por parte de los hombres. Mientras las mujeres avanzan en muchos campos y situaciones, el silencio de ellos resuena con más poder y emerge una violencia mas fuerte
El empoderamiento de la mujer, lo que la autora denomina “secreto” supone que es imposible de detener. La incertidumbre del mundo genera que se mantenga los roles tradicionales los cuales se cumplen social y simbólicamente.
Las mujeres han regresado otra vez a formar parte del imaginario social que las trata como símbolos de un orden más profundo que debe ser preservado. El aumento de la violencia tanto en el norte como en el sur del mundo, demuestra el significado de este simbolismo. Nos encontramos frente a un nuevo ataque de la necesidad de controlar las decisiones que toman las mujeres sobre sus cuerpos, no solo por parte de líderes religiosos, sino también por científicos y políticos, representante de la civilización y los valores morales.
Paola Melchiori nos plantea el fenómeno que denomina como Neo-patriarcado, ofensiva que se presenta como una guerra en contra las mujeres, con manifestaciones en el aspecto social, principalmente en el imaginario que justifica los roles tradicionales asignados a las mujeres.
La ofensiva se manifiesta de manera violenta en contra de las acciones y empoderamiento de las mujeres, viene de diferentes frentes y no se presenta como una lucha frontal, sino que pasa por la búsqueda de la seguridad del sistema.
Para entender al sistema a que nos enfrentamos, Melchiori nos indica, que El patriarcado tiene la habilidad de mutar sin alterar sus estructuras principales porque está perpetuado por un sistema de diferencias organizadas jerárquica y sexualmente, las cuales abarcan todo el mundo simbólico y material. “Es el único sistema que no ha enfrentado a un desafío serio en 2000 años”, y con asombro identifica “la fuerza de la complicidad que le apoya”.
El feminismo es un movimiento que ha sufrido transformación, resalta el feminismo de los años setenta porque marcó una nueva fase de desafío para la construcción social existente y una ruptura epistemológica al atacar el núcleo del patriarcado.
No existe ningún lugar que no haya sido impregnado por la fuerza que ahora permite a las mujeres considerar sus vidas y su papel en la historia de una manera diferente. En el desarrollo de la practica reivindica las acciones como la concientización que plantea la combinación de los elementos: ausencia física de los hombres para “pensar en sí mismas” y la articulación de enlaces internacionales, mentales y físicos, con otras mujeres.
No se puede olvidar en la propuesta política lo arraigado que está el patriarcado en la psique de mujer y hombres, mas adelante complementa que “los actos de conciencia y las medidas políticas, en un sentido clásico no son suficientes para implementar cambio alguno”.
Hace un llamado de atención indicando que “cualquier desafío a la construcción social reinante provoca un desequilibrio interno percibido tan peligroso, que hasta sus victimas principales, las mujeres, a menudo se retractan de cambiar, como si un abismo se hubiese abierto frente a ellas. Lo expuesto por la autora es una descripción dramática de la respuesta que podemos enfrentar con las acciones que ejecutamos para empoderarnos.
Existen construcciones sociales que determinan las realidad que van desde el aspecto social hasta el imaginario y que inciden en las actuaciones u ofensivas del sistema patriarcal manifestado por diferentes sujetos.
Paola nos señala que “la percepción de su fuerza, tanto adentro como afuera del movimiento feminista culminó cuando las mujeres alcanzaron la médula del patriarcado y desarrollaron una crítica de todas las formas del poder establecido, las cuales abrazan lo social, lo político y lo intelectual”.
Las barreras sexistas invisibles con las que chocamos en espacios públicos hoy en día coexisten con un nivel de violencia contra la mujer que en lugar de disminuir ha aumentado, a pesar del progreso global en los derechos de las mujeres. A la vez, su desafío a las reglas del juego ha tenido un reconocimiento aparente, pero al mismo tiempo, hay una resistencia real e imprevista por parte de los hombres. Mientras las mujeres avanzan en muchos campos y situaciones, el silencio de ellos resuena con más poder y emerge una violencia mas fuerte
El empoderamiento de la mujer, lo que la autora denomina “secreto” supone que es imposible de detener. La incertidumbre del mundo genera que se mantenga los roles tradicionales los cuales se cumplen social y simbólicamente.
Las mujeres han regresado otra vez a formar parte del imaginario social que las trata como símbolos de un orden más profundo que debe ser preservado. El aumento de la violencia tanto en el norte como en el sur del mundo, demuestra el significado de este simbolismo. Nos encontramos frente a un nuevo ataque de la necesidad de controlar las decisiones que toman las mujeres sobre sus cuerpos, no solo por parte de líderes religiosos, sino también por científicos y políticos, representante de la civilización y los valores morales.
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